LINEAS DE ESPIRITUALIDAD

“Lo importante no es saber el Evangelio, sino predicarlo a toda criatura”

En las líneas de fuerza que presentamos, reconocemos el espíritu que Magdalena Sofía nos encarga custodiar y compartir: es nuestra más preciada tradición de familia y el legado para quienes quieran ser discípulos de Jesús siguiendo sus huellas. Con gratitud y responsabilidad nos sentimos retados a profundizarlas vitalmente a través de nuestro servicio educador en la Iglesia.

1.- Contemplación del Mundo con los Sentimientos de Jesús:

 El misterio de la REDENCIÓN nos sumerge en el mundo herido por el pecado, en el que sobreabunda la gracia para descubrirlo y sentirlo con los ojos compasivos y el Corazón traspasado de Jesús; reconocer en sus cambios constantes la acción misma del Padre y abrirnos a la verdad del espíritu progresivamente.

Con esos sentimientos miramos y asumimos la cruda realidad de pobreza e injusticia cuyos rostros sufrientes son concretos y diversos: personas excluidas, organizaciones debilitadas, medio depredado, competencia desigual, violencia y corrupción institucionalizadas.

A semejanza del pueblo elegido que se inició en el conocimiento de Dios, en la experiencia del éxodo, nuestros pueblos han aprendido:

  • A celebrar al Dios de la Vida, reconociéndolo aún en medio del dolor y la opresión.
  • A disfrutar de la gratitud de la creación y del sentido de la historia más allá de su armonía vulnerada y de la muerte amenazante.
  • A contribuir con las propias actitudes y el compromiso de la acción a que nuestro mundo se convierta en espacio humano de paz y en él se realice el Plan de Dios.

El carisma fundacional de la Congregación del Sagrado Corazón de “unión y conformidad con el Corazón de Jesús”, inserta a estudiantes y educadores en esa misma corriente espiritual de reconciliación de todas las criaturas por ÉL, con ÉL y en Él.

Como Magdalena Sofía lo intuye, ello exige un estilo educativo promotor de personas abiertas y dinámicas, capaces de interesarse permanentemente por una realidad cambiante, de procurar conocerla más profundamente en su complejidad y de atribuir lúcidamente las causas a los efectos que observa en ella, penetrándola con la luz del Evangelio para transformarlas.

2.- Apertura Y Docilidad a la Acción Transformadora del Espíritu:

En el principio de la CREACIÓN, el Espíritu comunica el don de la vida misma de Dios sobre las tinieblas y la esterilidad, permitiendo que se abra  la luz. Es la libertad primordial que acompaña a la formación de la persona- imagen de Dios y el caminar secular de un pueblo para salir de toda esclavitud. Es la sobreabundancia de la gracia, que atraviesa la noche de la historia dividida, alentando sus profetas al gesto y a la palabra contra toda servidumbre personal, social o religiosa. Es la fuente fecundante de una Virgen convertida en Madre de Dios- con- nosotros. Es el alma de la Iglesia- cuerpo y de cada miembro sin distinción de superioridad. Es el aliento omnipresente en medio de los esfuerzos de todos los que buscan la justicia y el don gratuito que nos regala en todos sus santos.

Nuestro mundo es el ámbito de esa presencia: su espacio, sus culturas, sus búsquedas de trascendencia son penetrados por el Espíritu, movidos por ÉL y escogidos como mediadores de su voz.

Magdalena Sofía concibe su vida espiritual y la de la Congregación como fidelidad e incondicionalidad a merced del Espíritu de Jesús. El discernimiento es el medio para abrirse a esta acción del Espíritu y distinguir los signos de los tiempos. Nuestra Santa Madre reclama también una libertad madura, sin rigidez, que se exprese en una virtud característica: La generosidad. Discernimiento y Don, llamada y misión, son las caras de una vida interior unificada.

Dentro de los dones del espíritu para la misión, el carisma de la educación que propone Magdalena Sofía implica:

  • Apertura a los otros, sin atender a su condición, porque la colaboración y la meditación son constitutivas de nuestra acción apostólica.
  • Formación de calidad para la mujer, revolucionando con ello las categorías de su tiempo.
  • Trato con todo tipo de personas.
  • Predilección por los más pobres.

En América Latina y el Caribe escuchamos “esta llamada de un mundo más apremiante” y, alentados por el Espíritu, hemos querido hacer de todo nuestro trabajo una educación liberadora. A nivel personal, permitiendo la concientización y el análisis crítico que busque comprensión y salidas. A nivel colectivo, tomando posición frente a estructuras deshumanizadoras, construyendo alternativas y actuando evangélicamente. La vinculación teórico-práctica es un objetivo a la vez que una metodología para ayudar al crecimiento de personas con ideas claras y compromisos concretos. La fe nos dice que en ellas se expresa el Espíritu y que el más grave de los pecados es asfixiarlo.

3.- Educación Integral de las Personas:

Siguiendo la misma pedagogía de Dios a lo largo de toda la historia de salvación, aprendiendo de María, educadora de Jesús y su acompañante en la paciente gestación de la Iglesia, la educación cristiana promueve una formación integral que hace crecer la vida humana, espiritual y apostólica, adaptada a las aptitudes de cada uno y orientada a responder a los desafíos del mundo, hasta lograr juntos el “hombre perfecto, que en la madurez de su desarrollo, es la plenitud de Cristo” (Ef. 4,13).

Al estilo de Jesús, apostar por el crecimiento armónico de la persona significa llegar a su Corazón: Parte de las situaciones concretas de las personas, pide aceptación  y comprensión de la vida afectiva, que influyen en todo ser y en el actuar, y exige el desarrollo constante de un pensamiento crítico con un sentido social que comprometa creativamente a la acción.

En América Latina y el Caribe somos particularmente sensibles a la fuerza de liberación que entraña este proceso individual y colectivo, por lo que insistimos en trabajar para responder de manera exigente y creativa a los desafíos de nuestro mundo y al desarrollo de toda persona.

La educación integral de las personas es un rasgo originario del sistema educativo del Sagrado Corazón. Se favorece:

  • Una formación espiritual exigente, fundada en la oración y en la vida interior, que mantenga viva la fe para pensar, sentir y actuar con criterios evangélicos.
  • La educación intelectual seria y de calidad, para desenvolverse y dialogar, para comprender el mundo y comprometerse en su transformación.
  • La educación afectiva, combinando con certera intuición una relación cercana y cordial con austeridad.
  • La educación actitudinal y moral que fortalece el sentido social y permite hacer frente a la crisis de valores en todas las épocas.

4.- Comunidades que Crean Comunión:

Mientras caminamos hacia el Reino de Dios que viene y nos alistamos para el banquete que nos tiene preparado, buscamos construir la comunión entre los hermanos como un anticipo de esta utopía: “que todos sean uno”… (Jn. 17,11).

Vivimos en un mundo marcado por el desequilibrio, la división y la injusticia, que no manifiesta las características del Reino: el cosmos gime con dolores de parto; unos pocos tienen mucho y cada vez más, muchos tienen poco o nada; los poderosos  oprimen y excluyen a los débiles; el lobo se come al cordero; las lagrimas ahogan a huérfanos y viudas; los niños son escandalizados y los jóvenes se alejan tristes…

La promesa del REINO nos hace esperar ansiosamente un mundo más habitable para todos, en que la vida pueda germinar, renacer y llegar a ser una fiesta en comunión universal.

Esta nueva tierra requiere el trabajo de todas las manos, pero sobre todo es novedad de Dios. De un Dios encarnado en la  condición humana, sin aferrarse a su condición divina (Fil. 2,6ss), des un pueblo y con una historia concretos. Esta fe en la ENCARNACIÓN nos compromete a un proyecto común para que “toda lengua y nación” lo aclame como único Señor de todo en todos, el que reúne los pueblos en un solo Hombre Nuevo y Hace nuestra paz.

Esto nos invita a apreciarnos a nosotros mismos, porque Él nos amó primero, y a los distintos porque son otros Cristos, para actuar en colaboración e interaprendizaje. La  valoración de la pluriculturalidad tiene carácter teologal: Es fe en la presencia viva del Señor, en cada ser humano, anima la esperanza de una comunión perfecta y es signo evidente de amor.

En la construcción de esta casa para la familia de un solo Padre, nos sabemos iguales en dignidad humana y complementarios en nuestras diferencias, por eso estamos empeñados en superar toda discriminación basada en el género e intentamos reflejarlo en las estructuras inclusive dentro de la Iglesia (Cap. Gral. 1994, p.9).

Las mujeres latinoamericanas encuentran en María como mujer creyente del pueblo, la valentía para engrandecer al Señor desde su pequeñez (Luc.1, 46 ss) y en su lucha por sobrevivir nos dan lecciones de convivencia.

La sangre derramada, así como los esfuerzos de concertación, con que se han procurado las transformaciones sociales en nuestros territorios latinoamericanos, nos hacen reconocer la necesidad de dar signos de reconciliación y de unidad, como una manera eucarística de vivir la entrega solidaria. Para ello es imprescindible fortalecer un tejido humano de nuevas relaciones personales y sociales, rotas por el odio y la violencia establecidos; trabajando activamente por la paz, como lo manifiestan las Comunidades Eclesiales de Base. Compartir lo que somos y tenemos, desde la vida cotidiana hasta la política, al estilo de Jesús, nos permite anunciar en la práctica el Reino de Verdad y de Gracia, de Justicia, de Amor, y de Paz.

Nuestro original “Cor unum” se traduce hoy en “crear comunión” dentro y fuera de la Congregación y de las instituciones. Comprenden el amor a la naturaleza y al cuidado del ecosistema que cobija a los seres vivos; el trabajo en colaboración, cada vez más horizontal y democrático; el fortalecimiento de la identidad femenina, ofreciendo mayores espacios a la mujer y la apertura a las distintas culturas. Filipina Duchesne encarna este rasgo y nos alienta a profundizarlo para construir un mundo más humano con la riqueza de todos.

5.- Opción Preferencial por los Pobres y los Jóvenes:

 Línea de fuerza en los profetas y en la espiritualidad bíblica, manifiesta las preferencias mismas de Dios y la opción de vida de Jesús.

La pasión  por anunciar el Evangelio nos hace sentir también el acicate de sus criterios y la predicción por sus principales destinatarios y protagonistas, buscando vivir en el espíritu de las Bienaventuranzas en un nuevo orden social, justo y ético.

El amor por los pobres es claro y siempre presente en el pensamiento y la acción de Magdalena Sofía. El único trabajo que una  RSCJ puede pedir como privilegio es con ellos. En los documentos de la iglesia latinoamericana y en el Capítulo General del 70, la opción de los pobres se presenta como fundamental. En fórmula como “opción preferencial por los jóvenes y por los pobres” porque el futuro de la humanidad está en “quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para crecer y razones para esperar” (GS).

Urgidos por el amor, reafirmamos nuestra opción preferencial por los pobres, los jóvenes y los excluidos, colaborando con las nuevas generaciones y con los que  menos tienen a gestar un  mundo diferente, en el que el amor de Dios sea visible. Con ellos oponemos resistencia a un modelo de sociedad deshumanizante y corrupto, donde sistemáticamente se manipulan la verdad y se hace el dinero y no de las personas la medida de todas las cosas, excluyendo a los débiles. Conmovidos hasta las entrañas, exclamamos con Jesús: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y poderosos y las revelaste a los pequeños” (Luc. 10,21) y escuchamos su voz invitándonos a llenarnos de gozo cuando contribuimos a potencializar las iniciativas y  capacidades de los pobres, de los jóvenes y de los excluidos, favoreciendo su liderazgo y organización, para que sus sueños y esperanzas se hagan realidad en la construcción de un nuevo mundo.